En Jalisco son tres las vírgenes más veneradas por los fieles: la de Zapopan, la de San Juan de los Lagos y la de Talpa. Para visitar a esta última, la tradición con más de 200 años de antigüedad es realizar la Ruta del Peregrino.
Cada año alrededor de 3 millones de personas recorren el camino. El trayecto más conocido, de 117 kilómetros, inicia en Ameca y finaliza en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Talpa de Allende.
Para realizar el recorrido completo te recomendamos que te prepares físicamente con anticipación, lleves ropa y zapatos cómodos y suficiente abrigo. Son entre dos y tres días de caminata entre cerros, bosque, prados y ríos de la Sierra Madre Occidental. Encontrarás servicios básicos, alojamiento y observatorios.
La Ruta del Peregrino en ocho estaciones
El punto de partida es el Monumento a la Gratitud, en Lagunillas. Se trata de cuatro monolitos verticales; junto a ellos está el Muro de los Milagros, donde los peregrinos suelen colocar sus peticiones o agradecimientos para inicia el camino.
La segunda parada es el Mirador Cerro del Obispo, formado por una gran torre de concreto que se puede ver desde las faldas del Valle de Ameca.
Al bajar del Cerro del Obispo te espera la Ermita de Piedra. Muy cerca de ahí están los albergues “La Estanzuela” y “El Peregrino”. En estos módulos de ladrillo podrás descansar, dormir y comer. Toma en cuenta que tendrás que dar una aportación económica para hacer uso de los servicios.
Al continuar por la Ruta del Peregrino llegarás a la Ermita las Majadas, formada por dos pirámides de concreto encontradas. El Mirador los Guayabos, sexto punto del recorrido, es un monumento que está a la mitad del cerro, una estructura circular con escaleras que te llevan al segundo piso, desde el que se puede disfrutar la vista de la zona.
El Mirador Espinazo Del Diablo está en la parte más alta de la ruta. Ahí hay un espacio dedicado a los peregrinos que hicieron el recorrido en años pasados y que a lo largo del tiempo han ido dejando cruces en esa zona.
La Ermita San Rafael es el último punto del trayecto antes de llegar a Talpa de Allende. Se trata de un monumento circular en medio del bosque.
Muy cerca del lugar se encuentra la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, donde habrás concluido la ruta. Además de continuar con la tradición religiosa, de pedir un milagro, pagar un favor concedido o simplemente tener una experiencia cultural y turística de la Ruta del Peregrino, no te vayas de Talpa de Allende sin probar la gastronomía de la región, como los ates de guayaba, el rompope, las gorditas de maíz y la raicilla.